viernes, 8 de diciembre de 2017
Quizás, quizás, quizás
viernes, 24 de noviembre de 2017
Vivo las reglas desde que recuerdo. No abrir la puerta. Pensé tatuármelas en el vientre. No atender el teléfono. Descarté esa idea al instante. Vestir siempre igual. No puedo arriesgarme a ser detectada. Usar pañoleta, pero no miriñaque. Sólo una vez fallé. Evitar las esquinas, los bares cercanos y la estación de tren. Fue en abril, ese mes de poca monta. Me presenté al bar según lo acordado, pedí café. Tal vez dudé y el olor me denunció. No usar tarjeta de crédito, manejarse solo al contado. La moza me miró un instante más de lo esperado. Atiné a pedir la cuenta y salí a la calle. Mientras tanto entraron al bar y se llevaron a todos. Comer sólo en las terminales. Me han dicho que nadie ha vuelto
lunes, 16 de octubre de 2017
Kukulele
Kukulelele kukulele llévame, llévame
La pieza no se abre
Me han cerrado las ventanas
Kukulele kukelele llévame, llévame
Los sueños se desvanacen
La luz envenena
Kukulele kukulele llévame, llévame
viernes, 15 de septiembre de 2017
Terminal
miércoles, 16 de agosto de 2017
martes, 8 de agosto de 2017
A las
martes, 25 de julio de 2017
viernes, 30 de junio de 2017
Cierne
martes, 13 de junio de 2017
Luna de abril
miércoles, 10 de mayo de 2017
miércoles, 3 de mayo de 2017
miércoles, 19 de abril de 2017
Carnival
Ña Maria se sacudió de su hermético sueño al oír una tropa de espectadores aplaudir con bombos y platillos la primera carroza del corso.
Había decidido no asistir, en verdad hubiera preferido que abandonaran de una vez esa maldita costumbre de celebrar el Carnaval. Era una fecha que no cabía en una ciudad bien pensante, opinaba. En especial si se consideraba que la costumbre era permanecer estáticos y de pie por horas interminables. La pena por sentarse consistía en fusilar a la persona en falta. Fue lo que le pasó al hijo mayor de Ña María. Por suerte pudo pagar un buen funeral, no fuera que las malas lenguas cuchichearan que ni por el entierro de su amado primogénito era capaz de gastar un peso partido por la mitad. Eso sí negoció con la Funeraria descuento del veinte por ciento.
La viuda, Casiopea, se pasó llorando a moco tendido durante el velorio. Le tuvieron que atajar entre todos para que no se tirara a la fosa. Solo se calmó cuando Ña María le prometió la mano del hermano restante, quien, estupefacto ante la noticia de su futuro enlace, desapareció del pueblo. Jamás se lo volvió a ver, aunque algunos juran que lo han visto por los copetines de la ciudad vecina. Dicen que regentea el mejor burdel y que en noches especiales se disfraza de Casiopea.
jueves, 30 de marzo de 2017
Hoy

No abro mi casa a nadie, apago las luces si alguien se acerca, evito a los vecinos, vivo solo durante la hora mas obscura. Ni siquiera tengo nombre
jueves, 2 de marzo de 2017
Sabor

Sábanas crispadas, jugo de naranja. La frente arde. Mojan la toalla, recubren el cuerpo como cuando el tifus azotó a la familia. No hay mejor tiempo; los mimos se derraman sin reticencias. Viene el mejor caldo, las frutas recién exprimidas. El jarabe sabe a grosella, la flema a asco.
El tiempo transcurre a paso de sueño, a veces lloro porque miro alrededor y todo está hecho de cristal y bastará una mano para quebrar el mundo. Entonces se redobla la vigilia; hasta la abuela consiente en preparar arroz con leche —que ahora sabe como un pálido reflejo del original—. Que nada le falte a la nieta presa de fiebres, flemas y catarros.
No puedo levantar ni la mano, la letargia consume, la cabeza presa en un casco inmóvil. A veces no me acuerdo ni cómo me llamo.
viernes, 3 de febrero de 2017
A la tarde

jueves, 19 de enero de 2017
Velas
